...
ME INTERESA SABER
QUÉ HACE UNA MUJER
CUANDO SE AGOTA.
(desde aquí, para los ratos azules y los cuartos sin humos, recomiendo sus versos, sus puntos y sus bestias)
lunes, diciembre 26, 2005
jueves, diciembre 22, 2005
martes, diciembre 06, 2005
cualquiera de nosotros.
Siempre soñó ser bailarina como las preciosas chicas de los carteles. Pero es lo que pasa en este país. Que los sueños no se cumplen. Y algún día, alguien se encarga de despertarte. Además, siempre han existido tipos con suerte que consiguen dormir hasta pasada la hora del almuerzo. Luego estamos todos los demás.
Me gustaría saber cuanto tiempo es capaz de estar bailando sin parar. Algo así como un record del libro Guiness, pero éste no sería absurdo. Yo preferiría que siguiese siempre así. Moviendo sus pies, porque cuando unos pies dejan de moverse algo malo pasa siempre. Y es cuando las historias dejan de ser bonitas.
Recuerdo cuando tenía menos años y jugaba a caminar sobre una línea, el equilibrio me jugaba malas pasadas. Ahora, estoy preocupado. No quiero que ella caiga. Pero de todos modos, no quiero estar aquí cuando eso ocurra.
Las personas caen y se levantan una y otra vez, y a veces parece que no se van a levantar, pero el final de todo final llega siempre. O bueno, eso dice una chica que conocí anoche.
A lo mejor sólo necesita que alguien se acerque y le diga algo. Todos tenemos días de esos. Debería existir una palabra, o un botón como en aquel anuncio de electrodomésticos, o cualquier cosa, lo importante es que funcione. y que ella sonría.
miércoles, noviembre 23, 2005
Polaroid
El otoño se había colado en su buhardilla. Esperó media horas por si el teléfono sonaba y después empezó a llorar bolas de mercurio. Eva se tiró sobre la moqueta de la habitación, aún caliente y húmeda, y empezó a contar cocodrilos. Un cocodrilo, dos cocodrilos, tres cocodrilos... Al mismo tiempo, iba pasando las hojas color chocolate de un álbum a 30 grados del corazón.
Dicen que cuando vas a morir, ves pasar tú vida como si de una película se tratase. Ella no sabía cuando ocurriría aquello, así que como una costumbre más, adquirió el hábito de comprar palomitas en el supermecado cada semana. Y el puto dependiente siempre le decía: espero que te guste la película.
cuatro cocodrilos, cinco cocodrilos
Aún siguen entrando rayos de sol por la ventana. En la puerta, aparece ahora un vigilante que impedirá a los minutos avanzar (seis cocodrilos, seis cocodrilos, seis cocodrilos), mientras ella, en cuclillas, descalza, con sus medias de colores y sus coletas pelirrojas, recorta los frutos secos, porque nunca le gustaron, pega gominolas allí donde puede, colorea las paredes que de pequeña le estaban vetadas y coloca pegatinas sobre los días gato. Horas después, sus párpados colocan el cartel de cerrado por reforma. Disculpen las molestias.
diez cocodrilos ... veinte cocodrilos
Eva sabe que en los sueños también puedes ver tu vida. Pero no es una película con créditos al final y banda sonora de acompañamiento.
Sus pequeños pies comienzan a caminar por una línea amarilla, junto a ella, millones de polaroids en fila se van sucediendo. cincuenta y dos cocodrilos, cincuenta y tres cocodrilos. Cuando nadie la ve, mete en su bolso rojo las imagines en rebajas y comienza a correr.
cien, ciento uno, ciento dos, ciento tres ...
Hay momentos en los que los cocodrilos son lo menos importante.
Dicen que cuando vas a morir, ves pasar tú vida como si de una película se tratase. Ella no sabía cuando ocurriría aquello, así que como una costumbre más, adquirió el hábito de comprar palomitas en el supermecado cada semana. Y el puto dependiente siempre le decía: espero que te guste la película.
cuatro cocodrilos, cinco cocodrilos
Aún siguen entrando rayos de sol por la ventana. En la puerta, aparece ahora un vigilante que impedirá a los minutos avanzar (seis cocodrilos, seis cocodrilos, seis cocodrilos), mientras ella, en cuclillas, descalza, con sus medias de colores y sus coletas pelirrojas, recorta los frutos secos, porque nunca le gustaron, pega gominolas allí donde puede, colorea las paredes que de pequeña le estaban vetadas y coloca pegatinas sobre los días gato. Horas después, sus párpados colocan el cartel de cerrado por reforma. Disculpen las molestias.
diez cocodrilos ... veinte cocodrilos
Eva sabe que en los sueños también puedes ver tu vida. Pero no es una película con créditos al final y banda sonora de acompañamiento.
Sus pequeños pies comienzan a caminar por una línea amarilla, junto a ella, millones de polaroids en fila se van sucediendo. cincuenta y dos cocodrilos, cincuenta y tres cocodrilos. Cuando nadie la ve, mete en su bolso rojo las imagines en rebajas y comienza a correr.
cien, ciento uno, ciento dos, ciento tres ...
Hay momentos en los que los cocodrilos son lo menos importante.
domingo, noviembre 20, 2005
sábado, noviembre 12, 2005
lunes, noviembre 07, 2005
shhhh
Hubo otro tiempo en el que me gustaba el silencio y su sonido calmado. Siempre he pensado que es como el mar. Una playa vacía. Que va y viene. Y te relaja. Pero hay días de tormenta, en los que barcos repletos de marineros se hunden, y nadie vuelve a verlos. En esos días, el silencio me asusta.
domingo, octubre 30, 2005
sábado, octubre 29, 2005
Pequeños placeres de ayer y de hoy:
- el chocolate
- un domingo con amigos
- caminar sobre hojas secas
- helado deshaaaciéndooooseeee en tu bocaaaa ...(cualquier sabor menos vainilla)
- leer (sin ruidos, sin gente)
- ver pasar árboles desde el vagón de un tren. Destino: cualquier lugar
- un poco de silencio, por favor
- pasear sin rumbo fijo (a ser posible, en una ciudad desconocida)
- books (Belle & Sebastian)
- el viento
- un abrazo :)
- un domingo con amigos
- caminar sobre hojas secas
- helado deshaaaciéndooooseeee en tu bocaaaa ...(cualquier sabor menos vainilla)
- leer (sin ruidos, sin gente)
- ver pasar árboles desde el vagón de un tren. Destino: cualquier lugar
- un poco de silencio, por favor
- pasear sin rumbo fijo (a ser posible, en una ciudad desconocida)
- books (Belle & Sebastian)
- el viento
- un abrazo :)
sábado, octubre 22, 2005
¿? cosas del destino:
Otoño-verano, verano-otoño. Cualquiera diría que los antiguos dioses de la humanidad están jugando al despiste. En estos días de paraguas y camisetas de verano, de castañas (tempranas) y helados (tardíos), empiezo a notar que falta tiempo. Y es cuando pienso que me gustaría vivir eternamente en un día findlandés.
Pero el dios-sol acucia sequía y, aún a pesar de que, Pandora se ha llevado a los hombres que pululaban por la ciudad (signo inequívoco del fin del verano), las ranas sigue sin mal escupir agua. Y yo sigo sin tener tiempo que perder.
Mientras, una hermosa joven india lleva en su mano un rosario hecho con letras del alfabeto, y enseña a la humanidad, textos y ceremonias para atraer a Chac (dios maya de la lluvia) hasta sus pueblos.
Dos ojos amplios, una larga nariz en forma de trompeta, dos colmillos encorvados y una cabellera hecha de nudos. ¿Realmente era tan difícil de atraer su atención?
Una taza de café, y como todo buen mago diría, ale-hop, he aquí una larga semana de lluvia.
No olvidéis el paraguas en casa.
miércoles, octubre 19, 2005
sin
Era un pueblo sin mar. Un lugar escondido entre dos montañas de un país extranjero. Yo estuve allí una vez. Estuve con Juan. Entonces, el cielo sólo tenía estrellas. Las casas no sé de que color eran. Sólo recuerdo su textura rugosa.
No ví nada más. Mis recuerdos de aquel día no se forman con imágenes. Ni siquiera en blanco y negro. Pero los ojos los tenía abiertos. Era de noche. Y no sé si había bombillas en la calle principal. Creo que pasé por allí, una vez al menos, o eso dice Juan.
No ví nada más. Mis recuerdos de aquel día no se forman con imágenes. Ni siquiera en blanco y negro. Pero los ojos los tenía abiertos. Era de noche. Y no sé si había bombillas en la calle principal. Creo que pasé por allí, una vez al menos, o eso dice Juan.
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