miércoles, mayo 17, 2006

EL EMBARAZO DE LLUVIA.

Todo comenzó pasados 4 meses, 15 días y 69 minutos. Y en el mismo segundo en el que la luna se ponía sus mejores galas y estrenaba unas zapatillas de ballet, ella no dejó de sonreír.

Desde aquel momento, su cuerpo empezó a cambiar. Los ojos crecieron hasta poder el fondo del mar. El pelo rojizo empezó a ser fuente de un nuevo mundo en espiral. En el cuerpo aparecieron estratégicos lunares, usurpando lugares de besos prohibidos. Y la punta del dedo gordo del pie, se volvió azul, y allí se ocultaron las hormigas de su habitación.

Sin embargo, el sol llegó con su mal humor y un cigarrillo. Ocupó toda la habitación. Inundó la cama. Y Lluvia pudo ver como su ombligo permanecía en una imperturbable serenidad. Ningún sonido grave parecía poder hipnotizarlo, los disparos no pudieron sonar demasiado bien a tanta distancia.

Ella pensaba repartir lapiceros de colores en la cuenta atrás. Pero se marchitaron cuando la luna ensució sus zapatillas.
Y mientras los segundos siguen pasando, las pestañas no dejan de crecer, las historias se enredan entre los dedos de músicos suicidas y bailarinas principiantes.

Y la luna, solo quiere dormir una noche con el sol.